domingo, 4 de agosto de 2013

Política e ideología: las palabras odiadas

El pasado 24 de julio, en la rueda de prensa tras la anulación de la supresióncautelar de la privatización de los hospitales públicos madrileños que dictó elTribunal Superior de Justicia Madrileña (TJSM) al recurso del Partido Socialista de Madrid, el Consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid (Lasquetty) criticó el recurso contra la privatización de esta manera  (via @elenasevillano, periodista de El País).


¿Cómo no va a ser un recurso político si pretende influir en la política? ¿Cómo no va a ser un recurso ideológico si viene determinado por las ideas y la visión del mundo que tienen los miembros del PSM? OTra cosa sería decir que se intenta hacer uso partidista, o que es oportunista; pero esas no son nunca las palabras escogidas (y no se si intencionadamente).

No voy a entrar en la hipocresía que me pueda parecer que el PP de Madrid quiera sacar este plan a toda costa, sin ninguna discusión técnica, con las dudas que pueda haber desde la discusión científica. Lo que me preocupa hoy en parte, y que he recordado con las palabras de Lasquetty, es el desprecio hacia 2 palabras que parece que van asociadas con todo lo malo que nos pasa: política e ideología.


El odio a la palabra política
Varios años de decisiones impopulares e ineficaces del partido político que estuviese gobernando han llevado a un desencanto (ganado con fuerza) de la ciudadanía con la clase política más que evidente (un buen análisis de este desencanto en esteartículo de Agenda Pública). Este desencanto parece haberse extendido hacia la misma existencia de la política, o de las decisiones políticas, provocando que incluso muchos de los grupos que defienden acciones políticas y sociales alternativas se declarasen antipolíticos, cuando claramente lo que querían era alejarse de las decisiones partidistas que venían “gobernando” en los últimos años.

Lo malo y perjudicial para la sociedad no es la existencia de la política o los partidos políticos (al menos desde mi punto de vista), sino de las malas políticas y partidos. Es la política uno (no el único) de los instrumentos con los que podemos cambiar las cosas, sobre todo si nos damos cuenta que la política y la acción política trasciende a votar cada 4 años a un partido.

Para la salud la política es todavía más, una(s) buena(s) política(s) pueden mejorar (o empeorar) la salud de la población de una manera que la atención médica por sí sola no puede llegar a alcanzar (en este más que recomendable libro de  Geoffrey Rose se hace una extensión de las formas en las que la política puede influir positivamente en la salud, a través de acciones poblacionales).


La ideología: algo que parece que queremos evitar
Con la ideología pasa más o menos lo mismo. La definición de la RAE se aleja bastante de la visión partidista que se hace de la palabra. Parece que posicionarse ideológicamente en cuanto a cualquier aspecto político es igual a tener que defender la postura del partido más “cercano” a esa idea. Se ha simplificado que la política y la ideología son exclusivas de los partidos, y nos olvidamos que todos tenemos ideología, y que nuestras decisiones tienen que ver bastante con nuestra visión del entorno.

En Medicina, y de forma más general en la investigación, la mención de la ideología suele ser sinónimo de sesgo, y de pérdida de objetividad. No hay nada más cierto que el método científico tiene en parte la misión de eliminar la subjetividad en la búsqueda de respuestas, y que la medición de los resultados sea lo más independiente posible. Pero nos olvidamos que la evidencia científica se genera tras comprobar una hipótesis; hipótesis que viene de la observación, de la evidencia generada hasta ahora, y de nuestra visión del mundo, del conjunto de nuestra ideología; hipótesis que una vez comprobada o rechazada mediante el método científico, llevará a nuevas realidades. Y es de lo más bonito que tiene la ciencia, que no es estática, las visiones del mundo y tu ideología cambia, y es que las distintas visiones del mundo inter e intrapersonal son las que llevan al progreso. 

El problema, por tanto, no viene de que exista ideología, sino de interponer tu visión a la comprobación de la hipótesis. Como alguna vez le he escuchado de forma no literal a Javier Padilla (y resume en este post): las preguntas que te haces vienen determinadas de tu ideología, no así debe ser con las respuestas que encuentres.

Aun así, para otro momento, dejamos como la bioestadística está no está exenta de total subjetividad, y que asumirla para llegar al método científico más objetivo es esencial.

Supongo que gran parte de este "asco" con el uso de la ideología o de la política viene de una mala interpretación de sus definiciones, y a la profunda desafección hacia quienes se han apoderado de las palabras. A pesar de todo, la presencia de ideología en la generación de la evidencia es un debate muy extenso, a la que he querido dar una pequeña visión personal.

Dejo un comentario de Julian Tudor Hart a un artículo sobre evidencia e ideología que es en la que me basé para publicar esta entrada

Quizá aun hay muchos nostálgicos del: "Hijo, haz como yo y no te metas en política"