El
pasado 24 de julio, en la rueda de prensa tras la anulación de la supresióncautelar de la privatización de los hospitales públicos madrileños que dictó elTribunal Superior de Justicia Madrileña (TJSM) al recurso del Partido
Socialista de Madrid, el Consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid
(Lasquetty) criticó el recurso contra la privatización de esta manera (via @elenasevillano, periodista de El País).
¿Cómo no va a ser un recurso político si pretende influir en la política? ¿Cómo no va a ser un recurso ideológico si viene determinado por las ideas y la visión del mundo que tienen los miembros del PSM? OTra cosa sería decir que se intenta hacer uso partidista, o que es oportunista; pero esas no son nunca las palabras escogidas (y no se si intencionadamente).
No voy a entrar en la hipocresía que me pueda
parecer que el PP de Madrid quiera sacar este plan a toda costa, sin ninguna
discusión técnica, con las dudas que pueda haber desde la discusión científica.
Lo que me preocupa hoy en parte, y que he recordado con las palabras de
Lasquetty, es el desprecio hacia 2 palabras que parece que van asociadas con
todo lo malo que nos pasa: política e ideología.
El odio a la palabra política
Varios
años de decisiones impopulares e ineficaces del partido político que estuviese
gobernando han llevado a un desencanto (ganado con fuerza) de la ciudadanía con
la clase política más que evidente (un buen análisis de este desencanto en esteartículo de Agenda Pública). Este desencanto parece haberse extendido hacia la
misma existencia de la política, o de las decisiones políticas, provocando que
incluso muchos de los grupos que defienden acciones políticas y sociales alternativas
se declarasen antipolíticos, cuando claramente lo que querían era alejarse de
las decisiones partidistas que venían “gobernando” en los últimos años.
Lo malo
y perjudicial para la sociedad no es la existencia de la política o los
partidos políticos (al menos desde mi punto de vista), sino de las malas políticas y partidos. Es la política uno (no el
único) de los instrumentos con los que podemos cambiar las cosas, sobre todo si
nos damos cuenta que la política y la acción política trasciende a votar cada 4
años a un partido.
Para la salud la política es todavía más,
una(s) buena(s) política(s) pueden mejorar (o empeorar) la salud de la
población de una manera que la atención médica por sí sola no puede llegar a
alcanzar (en este más que recomendable libro de Geoffrey Rose se hace una extensión de las formas en las que
la política puede influir positivamente en la salud, a través de acciones
poblacionales).
La ideología: algo que parece que queremos
evitar
Con la
ideología pasa más o menos lo mismo. La definición de la RAE se aleja bastante
de la visión partidista que se hace de la palabra. Parece que posicionarse
ideológicamente en cuanto a cualquier aspecto político es igual a tener que
defender la postura del partido más “cercano” a esa idea. Se ha simplificado
que la política y la ideología son exclusivas de los partidos, y nos olvidamos
que todos tenemos ideología, y que nuestras decisiones tienen que ver bastante
con nuestra visión del entorno.
En
Medicina, y de forma más general en la investigación, la mención de la ideología
suele ser sinónimo de sesgo, y de pérdida de objetividad. No hay nada más
cierto que el método científico tiene en parte la misión de eliminar la
subjetividad en la búsqueda de respuestas, y que la medición de los resultados sea lo más independiente
posible. Pero nos olvidamos que la evidencia científica se genera tras
comprobar una hipótesis; hipótesis que viene de la observación, de la evidencia
generada hasta ahora, y de nuestra visión del mundo, del conjunto de nuestra
ideología; hipótesis que una vez comprobada o rechazada mediante el método
científico, llevará a nuevas realidades. Y es de lo más bonito que tiene la
ciencia, que no es estática, las visiones del mundo y tu ideología cambia, y es
que las distintas visiones del mundo inter e intrapersonal son las que llevan
al progreso.
El problema, por tanto, no viene de que exista ideología, sino de
interponer tu visión a la comprobación de la hipótesis. Como
alguna vez le he escuchado de forma no literal a Javier Padilla (y resume en este post): las preguntas
que te haces vienen determinadas de tu ideología, no así debe ser con las respuestas que encuentres.
Aun
así, para otro momento, dejamos como la bioestadística está no está exenta de total subjetividad, y que asumirla para llegar al método científico más objetivo es
esencial.
Supongo
que gran parte de este "asco" con el uso de la ideología o de la política
viene de una mala interpretación de sus definiciones, y a la profunda
desafección hacia quienes se han apoderado de las palabras. A pesar de todo, la presencia de ideología en la generación de la evidencia es un debate muy extenso, a la que he querido dar una pequeña visión personal.
Dejo un comentario de Julian Tudor Hart a un artículo sobre evidencia e ideología que es en la que me basé para publicar esta entrada
Quizá aun hay muchos nostálgicos del: "Hijo, haz como yo y no te metas en política"